Hospital psiquiátrico de Parma, Italia
Hoy en día sabemos a ciencia cierta que los pacientes de esta institución mental vivieron en circunstancias inhumanas; en habitaciones grandes y frías, atestadas de pacientes ligados y atados en sillas, encerrados como animales y vigilados por el personal sanitario a través de unas pequeñas mirillas. Entre sus prácticas habituales reinaba el terror de la coacción, el uso de camisas de fuerza y frecuentes e injustificados métodos terapéuticos como el electroshock. Adyacentes a los dormitorios, permanecían en fila los armarios en los que se guardaban largos listones de madera que las enfermeras utilizaban para obligar a los pacientes a permanecer en cama. Estas enfermeras educaron a sus pacientes con la vara del miedo, sembrando el terror y la violencia indiscriminadamente. De hecho, en unos antiguos documentos encontrados en el interior del hospital, se relata cómo estas profesionales del sector eran contratadas en virtud de su fuerza física y no por su profesionalidad..
Este conocido manicomio llegó a alojar a más de 1200 pacientes con sus correspondientes 170 enfermeras, un número muy inferior si tenemos en cuenta semejante cantidad de enfermos.
Muchos de los internos llegaron a un hospital mental con un diagnóstico leve y, a pesar de su insignificante patología, la gran mayoría pasaron el resto de sus vidas en esta cárcel psiquiátrica. Algunos de estos simplemente eran alcohólicos, prostitutas o vagabundos cuyo destino fue el mismo que el de sus compañeros.
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